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La mitad de la verdad
está en los ojos

Ballet en dos partes
para la compañía Da.Te Danza

Instrumentación: clarinete, trompeta, violonchelo, guitarra eléctrica, piano y percusión

Adaptación y arreglos: Pablo Heras-Casado

Duración: 59 min.

Año de composición: 2000

Estreno: 12 mayo 2000 - Teatro Alhambra, Granada
XI Jornadas de Música Contemporánea de Granada

Intérpretes:

Compañía Date.Danza
Omar Meza, dirección artística

Ensemble ssonóora:
Paula Silvestre, clarinete
Antonio Alba, trompeta
Jaime Martínez, percusión
Pablo Fernández, guitarra eléctrica
José López-Montes, piano
Manuel Morón, violonchelo
Pablo Heras-Casado, dirección musical

Premio a la Mejor Música Original del Festival de Teatro en el Sur Palma del Río 2000

concepto

La identificación entre sonido y movimiento es un hecho. En la elaboración de este espectáculo nos propusimos el reto de fusionarlos desde el inicio mismo de su creación. En lugar de superponer una coreografía a una música previa, propiciamos que la composición musical se desarrollara al mismo tiempo que la danza, provocando una retroalimentación mutua entre ambos procesos creativos. Los desafíos técnicos que esto planteaba son obvios.

La instrumentación fue escogida de acuerdo al afán pluralista y heterodoxo de la temática del ballet. Estas historias de desconocidos con muy poco en común, que terminan encontrándose por azar, nos llevaron a la idea de confrontar timbres, estilos e incluso músicos de muy diversa procedencia, y así queda reflejado en la partitura por la utilización de notación clásica y comtemporánea, junto a técnicas e indicaciones más propias del rock o del jazz. Esta obra recoge a su vez parte de los hallazgos que el grupo ssonóora logró en sus sesiones de experimentación, ya antes del inicio de este proyecto. Cada intérprete se implicó en la composición de su parte, tratando de desplegar todas las posibilidades de su instrumento. La aleación de músicos de formación clásica y otros provenientes del heavy metal y el pop se solidificó en un precipitado donde es posible hallar serialismo, ecos de la música electroacústica, free jazz, fusion, improvisación atonal, escritura gráfica, indeterminación, música concreta, estocástica, étnica, minimalista, e incluso música perfectamente tonal. Los instrumentistas disponen de gran autonomía y margen de decisión. Las páginas siguientes cubren un espectro que abarca desde una escritura meticulosamente calculada hasta pasajes donde la determinación de los parámetros sonoros se reduce al mínimo.

Para dar coherencia a todo este conglomerado, se trabajó con recursos más propios de la ópera que del ballet. Cada uno de los cuatro personajes está representado por un instrumento y por un tema característico, pero todos ellos se unifican con el tema de la mirada, un grupo interválico de ambiguas referencias tonales y atonales, que suena desde los primeros compases:

tema de la mirada

Toda una pléyade de elementos secundarios aglutina este material, con una correlación muy estrecha con lo que sucede en escena, de modo que sería posible seguir el hilo argumental tan sólo atendiendo a cómo se exponen e interaccionan los temas entre sí. Sin embargo, se ha pretendido que la estructura dramática de la composición preserve una continuidad musical que trascienda lo puramente incidental o descriptivo.

En la edición de la partitura general se han seguido criterios de ergonomía y claridad, considerando que el director musical debe prestar gran parte de su atención a los bailarines. Al contrario que en el ballet tradicional, en innumerables momentos es la danza la que "dirige" a los músicos.

El resultado de todo este trabajo es un mosaico de extraña coherencia, que contiene dos ideas esenciales: la tremenda amalgama de gentes, estímulos e incertidumbres que conforman la ciudad contemporánea, y la mirada como primer puente que tendemos para salvar los abismos que existen entre el "yo" y ese enorme caos que nos rodea. El vientre materno, que sentimos como nuestra verdadera patria -o "matria"- de la que somos exiliados de por vida, es evocado en los últimos compases, donde se recrean los primeros sonidos que llegaron a nuestros recién formados oídos: el zumbido sobreagudo del sistema nervioso, la respiración de la madre, y los latidos de su corazón. Como apunta una buena amiga, no olvidemos el parentesco de las palabras "placer" y "placenta"...


noviembre 2000

Foto del ballet Celia Sako en el rol de mujer 2

Da.Te Danza

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abril 2013