Inversión de tríadas
Fundamentos de la inversión de acordes. Clasificación y cifrado de las inversiones de tríadas básicas. Origen histórico y justificación acústica del concepto de inversión.
acordes invertidos
Un acorde está invertido cuando no tiene su fundamental como nota más grave, aunque sí que se encuentra en voces superiores. Cualquier nota del acorde puede ser empleada en la voz inferior, dando así lugar a distintos tipos de inversiones.
Los acordes con la fundamental en el bajo suelen ser mayoritarios, pero esto no debe hacernos olvidar que contamos con muchas más armonías posibles una vez que incluimos las inversiones. El empleo de acordes invertidos tiene estas consecuencias:
- Amplía la paleta de acordes disponibles.
- Nos permite ganar en matices. En lugar de usar siempre el rotundo acorde en estado fundamental, de sonoridad compacta y cerrada, podemos buscar contrastes con acordes invertidos, más abiertos y variados en color. Las inversiones conllevan a veces cierta ambigüedad funcional que es útil para enriquecer el discurso.
- Facilita la construcción de mejores líneas melódicas en el bajo. Si antes movíamos el bajo como un mero soporte armónico, ahora podemos tratarlo de manera análoga a las voces superiores: buscando más movimientos conjuntos y reservando los saltos para momentos más marcados, tales como las cadencias. Transiciones de acordes que antes nos obligaban a saltos continuos en la línea inferior pueden ahora ser resueltas con un desplazamiento melódico suave y direccional.
clasificación y cifrado de tríadas invertidas
Decimos que un acorde está en estado fundamental cuando la fundamental ocupa la voz más grave; de lo contrario el acorde está invertido. Cualquier nota de un acorde puede situarse en la voz inferior. En el caso de la tríada solo existen dos inversiones:
- Primera inversión, con la tercera del acorde como nota más grave. Se cifra con un junto al numeral romano del grado.
- Segunda inversión, con la quinta del acorde como nota más grave. Se cifra con un .
El sonido más grave de un acorde domina y caracteriza su sonoridad general, y es el que determina si el acorde está en estado fundamental, con la raíz del acorde como base, o invertido. Aunque hay casos en los que hay que tener en cuenta otros criterios, por lo general se analiza la inversión de un acorde atendiendo únicamente a la nota inferior:
Es importante no confundir la inversión de acordes con la inversión de motivos melódicos. Invertir una melodía es aplicar una simetría vertical a la distancia interválica, poniendo los intervalos ascendentes como descendentes y viceversa. Por contra, al invertir un acorde lo que hacemos en rigor es una rotación, esto es, alternar sus notas en la parte más grave del mismo.
origen del concepto de inversión y de sus cifrados
La explicación analítica moderna de la inversión de los acordes difiere de la concepción mucho más práctica que se tenía de estas sonoridades en el Barroco y en épocas anteriores.
Desde la perspectiva antigua, simplemente se contemplan diferentes agrupaciones verticales de intervalos que sonaban bien. En particular, la superposición de intervalos de 3ª y 5ª y, en menor medida, la de 3ª y 6ª, se percibían como las que formaban los acordes más equilibrados y consonantes. Así, partiendo por ejemplo de la nota fa en el bajo, se disponía de estos dos sabores del acorde: el acorde de quinta y el de sexta.
La representación de la armonía en el bajo continuo barroco está orientada a la interpretación. Se basa en el cifrado armónico con números arábigos que representan los intervalos que deben superponerse verticalmente a la nota escrita en la línea del bajo.
A mediados del siglo XVII empieza a desarrollarse un pensamiento más científico acerca del funcionamiento de las simultaneidades sonoras. En los comienzos de la polifonía, las armonías surgieron como consecuencia de la superposición de líneas melódicas horizontales, y es más tarde cuando se empiezan a catalogar y entender esas agrupaciones verticales como entes musicales en sí mismos. Finalmente, en 1722 el compositor y teórico Jean-Philippe Rameau publica su Tratado de la armonía reducida a sus principios naturales, en el que sienta las bases del concepto moderno de acorde, fundamental e inversión, sobre el que también establece los fundamentos teóricos y prácticos de la tonalidad funcional.
En los mismos años en que Rameau escribía su tratado, el físico Joseph Sauveur desarrollaba sus estudios sobre los armónicos y las ondas estacionarias. Los nuevos conocimientos sobre acústica reafirmaron a Rameau en sus teorías, llevándole a publicar un nuevo libro llamado Generación armónica. En él asienta definitivamente la noción de la fundamental del acorde como frecuencia base que sigue percibiéndose como tal a pesar de no encontrarse en el bajo. La justificación procede de las propiedades de los cuerpos sonoros, que vibran según las ondas estacionarias que conforman la serie armónica. En una visión más actualizada de este argumento, podemos visualizar cualquer inversión de un acorde como un conjunto de armónicos superiores cuya consonancia emana de una verdadera fundamental que origina la serie armónica a la que pertenecen: La reconstrucción sonora de la columna de armónicos que hace nuestro oído se ve reafirmada por el fenómeno de las frecuencias diferenciales, también llamadas tonos resultantes, tonos de combinación o armónicos de Tartini. Dos armónicos contiguos perfectamente afinados producen una tercera nota que se corresponde con la frecuencia fundamental de su serie armónica como sonido diferencial. La combinación de varias notas de una misma serie refuerza aún más este efecto.acústica de la inversión de acordes
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